¿Sigues una religión heredada o conoces verdaderamente a Cristo?

¿Por qué crees lo que crees?

No es una pregunta que solemos hacernos todos los días. Muchos de nosotros simplemente crecimos dentro de una tradición religiosa. Asistimos a celebraciones, repetimos oraciones, seguimos costumbres… sin detenernos a pensar realmente en su significado.

Sin embargo, llega un momento en la vida en que algo en nuestro interior nos impulsa a cuestionar:

¿Es esta fe realmente mía? ¿O solo estoy repitiendo lo que me enseñaron?


Herencia religiosa: un punto de partida, no un destino

Tener una herencia religiosa no es malo en sí mismo. De hecho, muchos valores preciosos —el respeto, el amor al prójimo, la conciencia del bien y el mal— se transmiten a través de esas tradiciones.

Pero la verdadera fe no se hereda como se hereda un apellido. No basta con participar en tradiciones o continuar prácticas que nos fueron enseñadas desde pequeños.

Dios no tiene nietos; solo tiene hijos.

“Me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo corazón.”
— Jeremías 29:13 (NVI)

Esto significa que no basta con asistir a ceremonias o repetir oraciones aprendidas. Dios desea ser encontrado personalmente, buscado con hambre genuina, amado con todo el corazón.


Entre la costumbre y el encuentro

La costumbre puede enseñarte a comportarte como un creyente. Pero solo un encuentro real con Dios puede transformar tu corazón.

Jesús mismo se enfrentó a personas que eran “religiosas” en apariencia, pero vacías en su relación con Dios:

“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.”
— Mateo 15:8 (NVI)

No es suficiente decir que creemos. No es suficiente asistir a misas, cultos o servicios religiosos.

La fe verdadera nace cuando nuestros ojos espirituales se abren para ver la gloria de Jesús como nuestro Salvador personal.

Jesús nos advierte que muchos estarán seguros de estar en el camino correcto solo por su religiosidad:

“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino solo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.”
— Mateo 7:21 (NVI)


Una fe viva requiere una decisión personal

Conocer a Dios no es cuestión de tradición, sino de transformación.

Es dejar de caminar por caminos prestados y comenzar una relación propia, viva y renovadora.

Jesús no vino a fundar una religión más entre muchas. Él vino a abrir el acceso directo a Dios, a restaurar la relación que el pecado había roto.

“Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí.”
— Juan 14:6 (NVI)

Tu fe no puede depender de tus padres, ni de tu cultura, ni de tu tradición. Debe depender de Cristo.

Él te llama a tomar una decisión consciente, a conocerlo verdaderamente, a experimentarlo de manera real en tu vida cotidiana.


Una invitación para ti

Hoy quiero hacerte una invitación sincera:

Detente un momento. Haz silencio en tu alma. Pregúntate:

¿He conocido realmente a Jesús? ¿O simplemente sigo una religión por costumbre?

Si descubres que solo has heredado ritos, no te desanimes. Hoy mismo puedes empezar un camino diferente: el camino de una relación viva con el Dios que te ama.

Abre tu corazón. Habla con Él. Lee Su Palabra.

“Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.”
— Mateo 7:8 (NVI)

Jesús sigue esperando pacientemente. No obliga, no fuerza.

Él llama suavemente, pero persistentemente:

“Aquí estoy. Estoy a la puerta y llamo. Si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.”
— Apocalipsis 3:20 (NVI)

Jesús no busca tu religión. Él busca tu corazón. Hoy, esa puerta puede abrirse.


¿Listo para abrir esa puerta?

Empieza hoy mismo. No necesitas saberlo todo, solo dar el primer paso.

Te invito a abrir una Biblia (si tienes una en casa o puedes buscar en línea) y comenzar leyendo el Evangelio de Juan. Allí descubrirás quién es Jesús, lo que ha hecho por ti, y cómo puedes conocerlo personalmente.

No te conformes con una fe prestada. Busca tu propia experiencia con el Dios vivo y verdadero.

Si necesitas apoyo en tu camino espiritual, no dudes en buscar a alguien que pueda acompañarte en oración o responder tus preguntas.

Recuerda, Jesús no es solo una figura histórica o una tradición más; Él es el Salvador, el Amigo fiel y el Redentor que transforma vidas.


Dios te bendiga en esta búsqueda sincera de Su verdad.

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