¿Sigues una religión heredada o conoces verdaderamente a Cristo?
¿Por qué crees lo que crees? No es una pregunta que solemos hacernos todos los días. Muchos de nosotros simplemente crecimos dentro de una tradición religiosa. Asistimos a celebraciones, repetimos oraciones, seguimos costumbres... sin detenernos a pensar realmente en su significado. Sin embargo, llega un momento en la vida en que algo en nuestro interior nos impulsa a cuestionar: ¿Es esta fe realmente mía? ¿O solo estoy repitiendo lo que me enseñaron? Herencia religiosa: un punto de partida, no un destino Tener una herencia religiosa no es malo en sí mismo. De hecho, muchos valores preciosos —el respeto, el amor al prójimo, la conciencia del bien y el mal— se transmiten a través de esas tradiciones. Pero la verdadera fe no se hereda como se hereda un apellido. No basta…
